martes, 2 de noviembre de 2010

EMILIA SALGUEIRO "Espacios orgánicos"

En esta exposición la escultora y pintora Emilia Salgueiro presenta su última obra. Un proyecto en el que la artista se afianza en el diálogo que ha establecido en los últimos 5 años entre paisaje y naturaleza. Su estética se adapta a los lenguajes de la pintura y la instalación fusionándolos según sus intereses conceptuales. Una estética basada en el juego de los contrarios tanto formal como conceptualmente, de ahí que la naturaleza se encapsule en contenedores artificiales, el paisaje pictórico establece un equilibrio entre la abstracción y las sutiles notas que evocan restos vegetales orgánicos. El color se hace más vivo en estas obras de su última producción y el espacio juega un papel fundamental en la organización de su obra en relación con la arquitectura de la sala de exposiciones. Emilia Salgueiro en esta exposición alcanza unas notas de lirismo y madurez que avalan su trayectoria.


BIOGRAFÍA
Emilia Salgueiro se inicia en la pintura con un planteamiento realista que cambia, a principio de la década de los ochenta, hacia un expresionismo figurativo. Un universo dramático y apasionado, con atmósferas y espacios que parecen surgir del subconsciente.
Hacia finales de la década de los ochenta la pintora modifica su estilo hacia una abstracción gestual, que sin negar definitivamente la figuración, adquiere intensas notas expresionistas que suelen concentrar su intensidad en el centro de la composición.
 A comienzos de los noventa Emilia Salgueiro adquiere un lenguaje propio que desarrolla en la serie “Da terra e a materia”, un grupo de obras que abrazan una abstracción de acentuada materia en la que dualidades de formas sinuosas y orgánicas crean campos de color muy diferenciados que pueden ampliarse intelectualmente más allá de los límites del cuadro provocando una sensación de infinitud evocadora.
Hacia medidos de la década de los noventa su obra experimenta un notable cambio basado en la introducción de nuevos materiales en su pintura que amplían la barrera de lo pictórico. El hierro, el plomo y la madera dialogan yuxtaponiéndose a las superficies de materia pictórica de los años precedentes. Son materiales transformados procedentes de la industria y convertidos en desecho. En un principio estos elementos se incrustan en la materia pictórica para, posteriormente, yuxtaponerse creando fronteras o territorios en permanente diálogo. La artista vulnera los límites superficiales del marco en unos relieves que tienen vocación escultórica.
 Paralelamente a estos trabajos realiza una serie de cajas prismáticas que encierran elementos de la naturaleza: huevos de aves, conchas de moluscos, cáscaras de semillas, etc. Conceptualmente se crea una insistente contraposición dual: interior-exterior, brillo-mate, escultura-pintura, claridad-oscuridad, opaco-transparente, abierto-cerrado, orgánico-inorgánico, etc. Emilia Salgueiro se emancipa por primera vez de la pintura adentrándose en el campo tridimensional de la escultura y de la instalación, estableciéndose una estrecha relación con la naturaleza al introducir restos de seres vivos en contenedores inorgánicos minerales.
A partir de 1999 realiza proyectos escultóricos o instalaciones concebidos con soporte de madera y tubos de metacrilato y cobre que contienen en su interior restos orgánicos procedentes del medio natural. Un proceso que habla de la vida y la muerte, de la belleza de la materia y de su putrefacción. La artista fosiliza –en el sentido de fijar histórica y evolutivamente– ese proceso.

En 2006 retorna a la pintura a través de la serie “Un tempo, unha paisaxe, unha materia”, una reflexión poética y conceptual sobre el paisaje pictórico, el paisaje mental y el paisaje natural.
Entre sus exposiciones pueden destacarse las de la Galería Trinta de Santiago de Compostela (1991), Galería Pardo Bazán de A Coruña (1992, 1994, 1999, 2001, 2003, 2007 y 2009); Galería Bacelos de Vigo (1993 y 1995), Galería Clérigos de Lugo o Galería Abel Lepina de Vigo. En las exposiciones retrospectivas institucionales de la Casa de Galicia de Madrid (1996) o del Museo Provincial de Lugo (2003) se ha podido ver la evolución de su trabajo.

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